Aquel día tan sosegado en que viajamos a Ezeiza, pensó en todos los que con disimulo le negaron una mínima ayuda. ¿Qué hacer? ¿guardarles rencor o simplemente pasarlo por alto? Vicky le dijo a último momento que no iría a buscarlo a Barcelona. La agencia que le había vendido el pasaje se confundió y no reservó el boleto por lo que no viajaría con escala vía Barcelona, sino que irían a Frankfurt y estarían cinco horas y no un día como era el vuelo original, con escala en Barcelona-Ljubljana.
La autopista tan vacía de un lado y tan llena de otro, y ella que no vendría...ella que le envía mensajes preguntando dónde estaba, que la mantuviera al tanto...
Llegan, hacen los respectivos tramites antes de abordar y ella que continúa escribiendo, ella que aparece ahí arriba, primer piso al que llegaría con una "escalera al cielo" donde esperaba ella para abrazarse y decirse como se extrañarían...su familia a un lado y el no lloró, pero a ella no le importaba regalarle algunas lágrimas mientras se daban los últimos besos.
Se sube al avión sin pensar en lo que
está por venir sino en las
personas que nos fueron a despedir. Sus viejos, su hermana mayor, su cuñado Pablo y
dos amigos de la familia Stella y Miguel. Todos se turnan para llorar, todos y cada uno de ellos lloran y se detienen y vuelven a llorar porque no saben lo que hay más allá de ese pase
para muchos tan sencillo, para mí un abismo. Agus lo saluda sin quitarle la vista y la siente en su nuca, Daniel entraba a migración con su hermana y aún sentía la mirada de ella, un hermoso abrazo que se iba haciendo más y más fuerte y que lo envalentonaba a seguir y pasar por migraciones.
Se van alejando como se alejan humeantes cenizas de un fuego de asado para subir a las
alturas y volar, era de noche, eran al rededor de las 20:00 y Agustina en la
librería abría un libro de turismo sobre Europa del Este. Los nervios de Daniel
se reflejaban en Noelia, su hermana menor, que lo miraba tranquilo e
intentaba imitarlo.
Esos momentos en
que nada es presentimiento sino estupor, un casi incógnito estupor y la vaga
idea de que habría un antes y un después de aquel viaje…tal vez eso era lo más
fácil de saber, tal vez eso era lo más seguro. Lo más difícil era encontrar
respuesta a la distancia y a lo que abría
entre aquel »antes y después«.
Aquella noche, en el avión, después de anotar en su diario soñó sin soñar, reflexiones mundanas que los años le imponen a cualquiera. "La vida pasa, para mí y para todos ellos...en poco tiempo Caro se casa con Pablo, Noe viaja. Mis viejos pueden llegar a ser abuelos y yo, bueno, y yo volveré como el pibe cabizbajo del cole, el bufón...el que no pasa nada si está o no está. Terminar los correos...¿los continuará Cristian? ¿Dónde estaría Pablo, Ceci..Jalva y Ale? Ni tiempo de una merecida despedida, ni tiempo de decirnos chau". Las luces del avión se van apagando, las azafatas alemanas, ni una palabra en español. Ya no estaba en Argentina, el Atlántico que no se veía más que por unas coordenadas en una pantalla...flotabamos en la oscuridad y así se despide, así se va hasta alguna vez volver.
Así se fue el Dani, el "habilman", el Corso...el que todos conocían y nadie sabía de donde...El que nació en la década equivocada, el que no tenía vergüenza en escuchar o tararear delante de muchos una canción de Sandro, Palito o los Redondos. Así se fue ese personaje que nadie volvió a ver como tal...el que alguna vez contó las historias de Pablo y dijo, "dejame contarle a los chicos", el que de amenas faltas de ortografía se le dio por escribir y escribir y recontraescribir. Así voló, en momentos en que no recuerdo nada, en momentos en que dejó una carta en la mesa....o mejor dicho, en una Bandeja de Entrada 12/2009...año en que ya quería irse lejos, irse, irse, irse....Agus, te voy a extrañar sin la oportunidad de haberte abrazado como hubiera querido, de que hayas venido y de que hayas estado, nos vemos en París....pero, por ahora, yo voy a Eslovenia.
Continuará...