Corsino vive en las afueras del conurbano bonaerense. Hace varios años heredó un café en el que trabajó desde los doce años. Aquel bar, más conocido como La Milonga, se encuentra en la ciudad de Buenos Aires resistiendose al paso del tiempo. Como buen símbolo del melodrama, Corsino cuenta y comenta las andanzas de personas que alguna vez se acercaron al café. Pero también escribe lo que se ha enterado y ha vivido en muchos de sus viajes. La razón de ¿porqué el dueño de un cafetín cuenta esas historias? no lo se. Una posible respuesta sea seguramente porque hoy forman parte de su vida.

domingo, 26 de febrero de 2012

Lado B, Parte XII

RESPIRANDO BUENOS AIRES

Su hermana le dio un cuarto, el departamento tenía tres. Con una habitación propia le costo poco tiempo acomodarse a ese nuevo hogar. 
La primera semana en la ciudad porteña decidió finalmente encontrarse con el amigo de su papá. Fue al negocio que le había dicho.
Habló casi una hora con el dueño y se despidió. Salió de aquel lugar y se encontró con una especie de paseo que iba de esquina a esquina. Cruzando la calle había un gran paredón de ladrillos color bordó. Fue hasta la esquina de la calle Junín y cruzó. Comenzó a caminar por algo que parecía una plaza o peatonal. Por fin vio la entrada a esas murallas, era el famoso cementerio de la Recoleta. Y aquella plaza era su paseo. Continuó bajando el sendero que la llevó hasta la esquina de la Av. Pueyrredón y Av. Figueroa Alcorta. En diagonal vio una estructura griega como nunca antes había conocido, era la Facultad de Derecho.

Buenos Aires, de Marzo a diciembre del año 2006

Agustina llegó a Buenos aires pero tuvo que hacer un cuatrimestre del Ciclo Básico Común, el CBC en la renombrada UBA. Para poder entrar a la carrera de derecho en la Universidad de Buenos Aires le tomaron algunas equivalencias y cursó en Ciudad Universitaria donde estudiaba su hermana  y así podían volver juntas al departamento.
Así comenzaba una nueva vida a más de 1400 kilómetros de su ciudad, de su familia y de sus amigas. Esta era su nueva etapa y no cometería el mismo error, al menos por un buen tiempo. Su principal objetivo era la universidad y su trabajo, eso no cambiaba. En sus ratos de ocio salía con alguna nueva amiga del CBC.
Pasó la mitad del año y al llegar julio había rendido todo lo que le habían pedido. Finalmente se inscribió en la Facultad de Derecho. Su carrera iba en solo rumbo y sin distracciones.
A pesar de comenzar un nuevo ciclo, continuó viendo a su amiga del CBC, habían cursado dos materias juntas y sin embargo parecía mucho más tiempo.
Aquella amiga se llamaba Leila pero como su segundo nombre era Yanina le decían Yayu. Se hicieron muy amigas y cuando en diciembre de ese año Yayu terminó el CBC de la carrera de derecho, se fue a vivir con Agustina y la hermana. El departamento tenía el espacio justo y sin problemas. De esa forma repartían los gastos del alquiler y ya no tenían problemas para juntarse a salir pues Yanina vivía en el Gran Buenos Aires.


Mientras tanto en el sur, provincia de Chubut, la familia se había reducido a dos. El padre y la madre ya que el hermano menor casi nunca estaba en la casa. Por otro lado, el padre continuaba haciendo algún que otro viaje de esos que lo tenían fuera casi dos semanas.
Llegó navidad y toda la familia se volvió a juntar para las fiestas de fin de año. Había sido un año de muchos cambios y aquellas noches se notó el tiempo que había pasado sin que se volvieran a reunir. Todos tenían novedades y estuvieron hasta entrada la madrugada de cada fiesta hablando, discutiendo...

Buenos Aires, enero-marzo del 2007

Durante el 2007 trabajó en la renombrada librería de Recoleta y continuaba rindiendo materias. Se inscribió en el curso de verano de ese año y cursó sin dificultades la materia terminando como uno de los mejores promedios junto con dos chicas más y un idiota que solo había visto cuatro veces. Las primeras dos fueron discutiendo con el profesor por unos ausentes, la tercera fue en un ascensor.

Y la última vez aquel mes de febrero fue en el último examen de la materia. Se había tomado un coloquio y ella entró a rendir con él. Aquel día se quedaron hasta las doce y veinte de la noche rindiendo. Fueron uno de los últimos. Salieron hablando algo del examen pero ella solo pensaba en llegar a su departamento, llamó a un taxi y en la puerta la facultad de derecho ella bajó las escalinatas con un “chau y suerte”. El idiota se quedó como lo que era viéndola subir a ese taxi. Se quedó solo en la universidad y rogó por que hubiera colectivo que lo acerque a Palermo, Av. Santa Fe. En la Pizzería Kentucky comió una pizza para uno y se tomó el colectivo de larga distancia numero 57. Luego de aquella noche ella no lo volvió a ver ni en la firma de libretas.

Llegaba abril y como el año anterior se sentía sola, las noches llegaban, volvía del trabajo y ella estaba sola en el departamento. Preparaba una cena y miraba por la ventana aquel barrio tan distinto al jardín de su casa, al aire marino y esa frescura casi nevada de invierno.
Se había inscripto en un curso de capacitación laboral de la Facultad y con es tenía gran parte del día ocupado y no tenía que pensar en nada más que estudiar y trabajar, era una fanática.

En el trabajo comenzó a ver muy a menudo a ese idiota que cruzó un par de veces en la facultad. Todavía recordaba esas dos veces después del curso cuando discutió con los del centro de estudiantes y toda esa parafernalia política que lo etiquetaba ya no de idiota sino de infeliz.
Pero el chico estaba ahí tranquilo, leyendo en el café de la librería sin mucho que decir de lo que se veía. En un principio pensó que se robaba libros porque nunca encontraba aquello que leía, luego sabría que esos libros eran de él, los tenía en perfecto estado.
Simplemente se lo veía leer muchos autores italianos que en la librería no vendían y eso le molestaba a Agustina. Por qué no se iría a una biblioteca o un bar más tranquilo, o a su casa.
La estación veraniega cambiaba y con ese micro-frío que venía se veía a las parejas abrazarse, y se sentía un sapo fuera del pozo.

Un domingo de esos que tienen tardes friolentas y luz mágica entró a la librería el excompañero del curso de verano. Eran como las siete de la tarde que entró y se acercó directamente a ella
-Hola, ehh…disculpá..ehh..-dijo el chico entre una breve gran pausa y le preguntó por un libro de Javier Marías. Ella fue al catalogo de la computadora y dijo:
-Si, si me esperás voy a buscarlo al depósito-  El chico se quedó asintiendo con la cabeza, sus reacciones eran lentas a comparación de como había entrado.

Después de un breve lapso de hacerse el que ojeaba el libro le preguntó si era la única edición que tenían, ella asintió y dijo que esa era la última.
No tardo en preguntarle a la chica que atendía si cursaba en la facultad de derecho.
-Si-respondió ella casi con melodía. Cursamos juntos durante el verano.
ah, Mierda, se acuerda-pensó el chico que rememoró aquel instante en el ascensor y el reproche del profesor.
-Bueno entonces me presento, soy Daniel
-Agustina- dijo y se acercó riéndose del recién llegado que parecía un zombi para saludarlo-Te vi un par de veces por acá vivís cerca, porqué lees mucho en el café.
-No, al revés vengo mucho porque vivo lejos y no puedo ir y venir  a capital en el día.
-¿Y como va la Facu?
-Bien, pero últimamente con materias pesadas...-y se quedaron hablando poco más media hora hasta que él se que sin comprar el libro pero desde aquella brevísima charla el siempre le soltaba unas palabras y ella las recibía sin molestias…

Pero ese había sido un pequeño detalle en su vida que pocó a poco empezó a evaluar con el seño fruncido. Sus amigas estaban saliendo y la invitaban siempre pero ella siempre tenía algo que hacer. Cenar sola en casa.

PÁGINA DEL DIARIO DE AGUSTINA I: Noche de invierno casi con mucho frío

Principios del mes de julio del 2007. Estaba trabajando sin problemas, cuando llegó una amiga que trabajaba en el cine de al lado a regalarme unas entradas para el preestreno de la peli de Harry Potter y la orden del blablabla…sabía que me gustaba por reiteradas preguntas sobre el estreno. Pero la verdad ni ahí me iba a comprar un entrada para la peli.
Le regalaron siete entradas que nadie canjeó por unos bonos de no sé qué... y los que sobraron los repartieron entre las chicas del trabajo. Le dije que no hacía falta y me dijo que igual no las podía usar porque ese día cumplía un año de aniversario con el novio (una guachada pero que iba a saber).

Al final me quedé con las entradas y las metí en el locker de la librería. Invité a Yayu pero no podía tenía un parcial, mi hermana estaba metida trabajos para la facu y salidas con Pablo...y llegó la semanita del preestreno sin tener compañía.
Entró una tarde de esa semana, como siempre, Dani…con uno de esos libritos de Italo Calvino en las manos.
Se acercó y después lo seguí a una de las estanterías donde hablábamos y nadie nos interrumpía. No es que hubiera mucha gente pero mis compañeras no se ponían muy contentas si no trabajaba.
No se porqué no se lo pregunté de una vez, igual y si…lo invité al cine. Me miró raro cuando le dije que era la peli del mago, pero igual así aceptó. Me dijo que había leido los libros aunque sea y que de las pelis vio hasta la segunda parte. ¡Bien ahí!

Aquella noche salimos y sin saber cómo, fue nuestra primera cita. No pasó nada, me acompañó hasta la puerta de mi depto y se fue caminando para la estación del tren. Pero estuvo muy lindo, habíamos hablado más de lo que podíamos en la librería, la pasé muy bien.
Me acuerdo que esa noche de invierno casi con mucho frío me dio su campera de cuero como si fuera, no sé…no lo había visto así hasta esa noche. La pasamos bien.
Cuando entré al depto, mi hermana todavía no había vuelto y Yayu estaba estudiando y ni se dió cuenta de que estaba ahí. Puse a calentar agua y me hice un té, salí al balcón, esa noche si que hacía frío...me senté un ratito en una de las sillas y me quedé como tonta, no se cuanto tiempo, viendo para el lado en que se había ido caminando.
Al otro día, durante el desayuno, le conté a Yayu que había salido con Dani. Ella se me quedó mirando y y cuando le comenté quien era el chico ese me enteré que ella estaba cursando una materia con él pero no como compañeros, él era ayudante de cátedra.
Ese día fui a la facu y después a trabajar, como siempre, lo esperé pero no apareció...y otravez se hizo de noche, me hice un tecito y salí al balcón. Hacía frío pero me sonreí viendo aquella esquina tan tranquila...


Continuará...

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