Corsino vive en las afueras del conurbano bonaerense. Hace varios años heredó un café en el que trabajó desde los doce años. Aquel bar, más conocido como La Milonga, se encuentra en la ciudad de Buenos Aires resistiendose al paso del tiempo. Como buen símbolo del melodrama, Corsino cuenta y comenta las andanzas de personas que alguna vez se acercaron al café. Pero también escribe lo que se ha enterado y ha vivido en muchos de sus viajes. La razón de ¿porqué el dueño de un cafetín cuenta esas historias? no lo se. Una posible respuesta sea seguramente porque hoy forman parte de su vida.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Hasta Siempre Flaco

Hoy colgamos el luto por uno de esos tipos que hizo y hará, fue, es y será eco en cualquiera que alguna vez sienta su nombre, una palabra o una melodía: Adiós a Luis Alberto Spinetta.

Todos le decíamos el Flaco, era un apodo cariñoso para el que compartía esos sueños de colores muchas veces inentendibles.
Con él muchos, incluyéndome, conocimos a un tal Artaud. Le encontramos la vuelta de tuerca al rock para darle una identidad propia como al futbol y los alfajores.
Me acuerdo de cuando tenía seis años, era un domingo de mañana y en mi casa sonaba un cassette que puso mi viejo. Era un compilado lleno de temas de los 60´s y 70´s que de seguro ya había sonado mucho antes, pero de alguna manera ese día está grabado en mi cabeza por alguna razón. Recuerdo canciones de Vox Dei, Pappo, Los gatos…pero hubo un tema que me endulzó los oídos y desde que sonó gasté el botón del rebobinado una y otra vez. El tema hablaba de una chica, una Muchacha ojos de Papel. En aquel momento me imaginé a la chica, la situación todo. Años más tarde conocí la historia que guardaba aquel tema y aquella posible dedicatoria.
Y así comencé a conocer al chico Luis Alberto Spinetta, sus bandas llenas de ese surrealismo imperfecto que me encantaba y con el tiempo, como muchos otros antes que yo, comencé a llamarlo "el Flaco", así nada más.

Con él y su obra podía recorrer la historia de nuestro rock desde sus comienzos y me enseñó a ver el mundo más allá de lo coherente y aceptable. Me enseñó a sentirme incomodo y a salir de esa incomodidad con alternativas.
Esa incomodidad, para muchos vendedores de discos allá por los 70s. fue una "verdadera incomodidad"cuando salió a la venta Artaud y esa tapa deforme amarillo-verdosa que no entraba ninguna batea.

Mi último encuentro fue ante un Estadio de River repleto en diciembre del 2009. En aquella ocaciòn dio un recital de casi 5 horas y pico. Fue el increible: Spinetta y las Bandas Eternas. Después de todos los recitales nacionales e internacionales que vi, aquel fue, es y seguirá siendo el único que me emocione con el mismo furor que sentí en aquel efímero momento lleno de artistas que acompañaron a Luis desde sus comienzos hasta hoy. Inclusive aquellos a quien influenció como un padre en el caso de Cerati y obviamente sus hijos.

Por eso quería escribir este breve sentimiento parafraseado, este minúsculo homenaje a un señor de cuerdas de algodón, gigante de alma y corazón…que seguro hoy está viviendo un sueño en donde puede estar con el Hombre Triste, Madre Selva, Artaud, Maribel, La dama Azul, El niño dormido e infinidad de personajes, amigos que se quedaron a mitad de camino, Tanguito, Miguel Abuelo y muchos más.

Y ahora me gustaría referirme a vos Flaco, no quisiera olvidarme de que no fuiste solo un hombre de palabras sino que también encabezaste las luchas por el compromiso que aún hoy continúan:

Desde la tragedia del 08 de Octubre del 2006 en la ruta 11 cuando un grupo de chicos de la escuela Ecos de Belgrano que volvían a Capital Federal y sufrieron un fatídico accidente. Acompañaste a los padres de los chicos junto a otros artistas por su pedido de justicia y de que se conviertan en ley las 26.353 y 26.363 que crea la Agencia Nacional de Seguridad Vial. De ahí el:

TODOS SOMOS, TODOS FUIMOS, TODOS PODEMOS SER

Gracias Flaco por emocionarnos, querernos, educarnos y tratar de hacer de este un mundo, aunque sea, un cachito mejor, a tu manera y con tu locura llena de cordura inverosímil que de seguro hizo sonar la alarma entre los ángeles.

Un abrazo grande de un pibe que hoy tiene 26 años, que tiene en su memoria ese cassette gastado de su viejo, a quien por cierto también llenaste de alegría, hoy te sigo escuchando e imaginando.
Por eso y en nombre de todos esos que vinieron y siguen viniendo en diferentes formatos, sin retener la lágrimas entre las que te escribo estas últimas palabras, donde sea que estés Flaco, me despido y te digo que rezo por vos.

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